Un atico en Babel, Travesía 119/ "ACAMPADA A LA VASCA"
Queridos marineros,
quiero formularos una pregunta de fácil respuesta: ¿dejaríais a vuestros hijos
solos durante varios días con gente amiga del tiro en la nuca o simpatizante de
secuestrar o extorsionar a otros?
Realizo esta pregunta
retórica, de perogrullo, ante el escándalo que se generó hace unos meses por un
campamento celebrado en la localidad alavesa de Bernedo donde los monitores se
paseaban desnudos ante los niños y adolescentes. A los asistentes al mencionado
campamento, organizado por una asociación de ideología abertzale dedicada a
promover el uso del euskera, se les obligaba a ducharse desnudos en duchas
mixtas o debían chupar el dedo del monitor si querían merendar. Recordemos que
hablamos de menores de edad. Menores de edad que aseguraban que los monitores
se duchaban con ellos o había juegos en los que se realizaban tocamientos.
Lo que causa mi perplejidad no es la narración
de unos sucesos escabrosos y sórdidos que bordean lo delictivo en el mejor de
los casos (todo ello ya de por sí gravísimo) sino que se esperase algo positivo
para los menores de unos tipos que llevan décadas poniendo dianas con nombres
de gente o coreando aquello de “ETA mátalos”. ¿Tan irresponsables e irreflexivos
pueden llegar a ser unos padres? ¿Qué esperaban los padres de esta gente?
¿Tanto hemos normalizado al entorno etarra, toda esa amalgama de asociaciones y
proxis, que se nos ha olvidado quiénes son? ¿Nos escandaliza que unos
impresentables vayan en pelota picada delante de menores si hace un cuarto de
hora se han juntado para ovacionar a un indeseable que puso bombas que mataron
a niños y mujeres embarazadas? Sin duda, el blanqueamiento de esta gentuza ha
sido una de las operaciones de propaganda y adoctrinamiento social que mejor se
han ejecutado en las últimas décadas en nuestro decadente país. Hemos pasado de
bruja mala a bruja buena casi sin darnos cuenta. Con una normalidad rayana en
lo psicopatológico.
Por cierto, ¿dónde están
las instituciones? Esas mismas que pidieron poco menos que ejecuciones y llegaron
a hacer anuncios pagados con dinero público contra los estudiantes de un
colegio universitario masculino por bromear con
cánticos machistas de mal gusto hacia sus vecinas universitarias.
Silbando, que ya se sabe que a los amigos hay que cuidarlos.

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