Diario de a bordo, Travesía 87/ "A DIFFERENT MAN"
Querido Diario:
Este deformado Navegante debe confesar que ya
se ha emocionado y ha reflexionado con esa parábola sobre la fealdad física y
la belleza interior que nos plantea la película “A Different Man”…
El realizador
norteamericano Aaron Schimberg nació
con el labio leporino, razón por la cual desde siempre le ha interesado el modo
en que la deformidad física puede llegar a alterar los patrones de
conducta. Ya en su segunda película, “Chained for life” (“Encadenado de por vida”), se contaba la historia de una mujer ciega
que se sentía atraída por un hombre aquejado de neurofibromatosis, terrible
enfermedad que provoca el crecimiento de tumores que, aunque benignos, suelen
alterar los cuerpos y los rostros de quienes la padecen. En aquella ocasión Schinberg ya contó con el
actor Adam Pearson, conocido por las
enormes deformidades que desfiguran su cara pero también por su peculiar
talante y animosa forma de ser.
Precisamente el caso de Pearson ha motivado al realizador a llevar a
cabo su tercera película, “A Different Man”,
en la que el protagonista, Edward,. sufre neurofibromatosis muy severa, pero,
aun así, su vecina, dramaturga, le trata con una simpatía rayana en el
amor. Edward decide probar un
tratamiento experimental que le cura su enfermedad hasta el punto de que, ya
con el rostro limpio y bello, finge un suicidio e inicia una nueva vida, que
espera sea mejor que la anterior. Sin
embargo, pronto descubre que su vecina ha escrito una obra titulada “Edward” acerca de cómo era él poco
tiempo atrás, y que se necesita un actor con el rostro deforme para
interpretarla…
“A Different Man” (¿tan complicado
hubiera sido traducirla como “Un hombre
diferente”) puede ser la enésima relectura del mito de la Bella y la
Bestia, pero en realidad es una historia de disconformidad y no
aceptación. El protagonista, Edward, al
que interpreta un estupendo Sebastian
Stan, irreconocible durante la primera mitad a causa de las prótesis y el
maquillaje, ejerce su derecho, totalmente lógico y respetable, a cambiar su
aspecto poco atractivo, pero al hacerlo va un paso más allá. No sólo mejora su rostro, sino que intenta
desmarcarse de su vida anterior, cambiar tan radicalmente que se inventa una
nueva personalidad. Pero cuando descubre
que lo que realmente interesa al público no es su yo actual sino el que ha
tratado de enterrar, se da cuenta de que en la vida no sólo importa la belleza
exterior. Quien finalmente protagonizará
la obra, el carismático Oswald, interpretado por el citado Adam Pearson, es un
ejemplo palpable de que lo que realmente nos enamora no es lo de fuera sino lo
de dentro.
Oscilando hábilmente
entre varios géneros (el drama, la comedia romántica, el terror…), “A Different Man” nos enseña que una de
las claves de la felicidad es aceptar nuestras circunstancias con el mejor
talante posible, pero también parece dar a entender que encariñarse demasiado
con una persona aquejada de una deformidad física puede ser no solamente una muestra
de bondad sino también de alguna especie de fetichismo, especialmente cuando
sucede no una sino dos veces.
Hasta aquí puedo
leer, mi querido Diario, y me despido hasta la siguiente entrada.
por
El Navegante
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