Un atico en Babel, Travesía 105/ "RESACON EN HISPANIA"
Queridos marineros, si
hay una característica que defina al español, una singularidad tatuada en
nuestra alma de nación milenaria, un aspecto que nos haga identificables como
pueblo, ese es nuestro espíritu fiestero. Todo compatriota nuestro es un
contenedor de mil experiencias lúdicas y de las más variopintas vivencias
festivas. Capaces de adoptar a los pocos años como propia la fiesta más
inimaginable y lejana a nuestra idiosincrasia. Alegres, cortoplacista y siempre
dispuestos a dejarnos atrapar por ese espíritu hedonista que se transpira en
cada uno de nuestros poros. Como dijo recientemente un afamado analista: “Mientras
otras sociedades se preocupan por las consecuencias de la IA, a nosotros nos ocupan
las de la sangría”.
Ese carácter disfrutón,
despreocupado, tan nuestro, tarde o temprano tenía que reflejarse en cualquier
ámbito y no es de extrañar que la estrategia de “sujétame el cubata” haya
acabado imponiéndose en la mayoría de las decisiones sea de la índole que sea. Que
cualquier dictamen, resolución o estrategia huela a pacharán barato. Ya no nos
sorprenden los sainetes con fontaneras, móviles borrados, sobrinas alegres y
espías de saldo dignos de un Valle-Inclán pasado de copas. Es parte de nuestra
realidad. De un día a día en el que el continuo sonido a matasuegras comienza a
ser ensordecedor y desquiciante. En el que el tambaleo etílico parece
abrumadoramente mayoritario entre la población y en el momento más insospechado
acabaremos despertando en una habitación donde nos vamos a encontrar con un
tigre en el baño.
Ya lo advirtió el maestro
Ennio Flaiano, guionista, escritor y periodista italiano y, por lo tanto, primo
hermano nuestro: “La situación es grave pero no seria”. Así que toca seguir
descorchando la siguiente botella. Porque en nuestra inconsciencia colectiva
tenemos la más absoluta convicción de que alguien habrá que acabe abonando la
factura de la fiesta, recogiendo el confeti y apagando las luces.
El Grumete
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