Diario de a bordo, Travesía 85/ "HOMBRE LOBO"
Querido Diario:
Este lupino Navegante debe confesar que ya le
ha aumentado exponencialmente el vello corporal y le han crecido amedrentadores
colmillos mientras veía la nueva versión de “El hombre lobo”…
La existencia de
hombres lobo, o, por extensión, de criaturas que mutan de hombre a bestia (o
viceversa) ha sido recogida mediante leyendas y tradiciones varias desde el
principio de los tiempos. En concreto,
los Werewolf o Wolfmen (términos anglosajones para referirse a estos seres),
llevan apareciendo en películas y series de televisión desde hace ya casi un
siglo, alcanzando su momento de mayor gloria cuando Universal Pictures incluyó
a este personaje en su nómina de monstruos favoritos, junto con Dracula,
Frankenstein, la Momia o el Hombre Invisible.
Después de algún que otro intento frustrado por revitalizar esa clásica
franquicia, en el año 2020 la productora Blumhouse
y el guionista de las series “Saw” e
“Insidious”, Leigh Wannell, unieron fuerzas para producir un exitoso remake de “El hombre invisible”, y un lustro
después ya tenemos aquí el siguiente eslabón de la cadena, nada menos que “Hombre lobo”, que ha vuelto a dirigir el
propio Whannell.
La última película
más o menos importante sobre el Hombre Lobo se había estrenado en 2010, siendo
entonces los protagonistas Benicio del Toro como el licántropo y Anthony
Hopkins como su padre. Ya por aquel
entonces se remarcaban los lazos paterno-filiales y la importancia de la
herencia biológica o el relevo generacional, y en esta re-lectura que nos
presenta Leigh Whannell el tema sigue por esos mismos derroteros. La nueva película se toma su tiempo
(demasiado tiempo) para explicar cómo influyen los padres en los hijos, no
siempre para bien, y de qué manera la maldición bestial se transmite de una
persona a otra. Como ya hiciese en “El hombre invisible”, Whannell, ante
todo, guionista, ha tratado de desmarcarse de la tradición cinematográfica
preexistente y, de este modo, en esta versión ya no son relevantes el influjo
de la luna llena ni las balas de plata.
De hecho, la transformación del protagonista tiene poco que ver con las
que vimos en “Aullidos” o “Un hombre lobo americano en Londres”
pero sí con las del doctor chiflado de “La
mosca”. Tampoco es que el realizador
apueste claramente por el terror en sí, pues son pocos los sustos y el tono es
más de melodrama que de film de horror.
Como aspectos positivos, destacaría la música de Benjamin Wallfish y las interpretaciones de Julia Garner y Christopher
Abbott, este último sustituyendo al inicialmente previsto Ryan Gosling.
No quedé muy
conforme con esta última encarnación del “Hombre
lobo”. Me disgustó ese empeño en
desmarcarse a toda costa de la tradición del género, no me satisfizo la
apariencia del monstruo y la escena cumbre, la pelea entre los dos lobos
humanos, me pareció igual de ridícula que la que se producía en la versión de
hace quince años. Para realizar una
adaptación de un mito del terror en clave psicológica, hay que hacerlo con
verdadero talento y no insinuando que vas a echar mano de unos tópicos que a
continuación desprecias.
Hasta aquí puedo
leer, mi querido Diario, y me despido hasta la siguiente entrada.
por
El Navegante
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