Diario de a bordo, Travesia 84/ "LAS VIDAS DE SING SING"
Querido Diario:
Este enchironado Navegante debe confesar que ya
ha estado tras las rejas viendo cómo unos bondadosos presidiarios ponen en
marcha una obra teatral en la película “Las
vidas de Sing Sing”…
Inaugurada en 1825,
la prisión de Sing Sing es, sin duda, una de las más famosas gracias a la
literatura y el cine. Su nombre es una
mezcla de un par de conceptos, a saber: por un lado, la ubicación geográfica
del establecimiento, en la localidad neoyorkina de Ossining; por otro, el
nombre de la tribu indígena que habitaba tal territorio, los Sint Sinck. Algunos de los habitantes más ilustres de
Sing Sing han sido el gangster Lucky
Luciano, el matrimonio de espías formado por Ethel y Julius Rosenberg o el
asesino en serie Albert Fish, pero también vivió entre sus muros un tal John
“Divine G” Whitfield, acusado injustamente de asesinato pero que, mientras
lograba demostrar su inocencia, se “chupó” un buen montón de años en el famoso
penal. Durante su estancia entre rejas,
Divine G escribió novelas y obras de teatro y, con ayuda del dramaturgo Brent
Buell, en el año 2005 lideró la creación de un grupo teatral que promovía un
proceso de rehabilitación a través de las artes escénicas (RTA), que, en última
instancia, pretendía ser una especie de terapia curativa para los internos,
algunos de ellos acusados de homicidio, tráfico de drogas o violación.
Conocedor de esta
historia redentora, el periodista John
H. Richardson escribió un laureado artículo para la revista Esquire, que en 2023 fue convertido en
guión cinematográfico y, posteriormente, en película por Greg Kwedar. Es decir, “Sing Sing” (que en España se ha
estrenado con el antetítulo de “Las vidas
de…”) nos llega exactamente con un año de retraso, lo cual no ha sido óbice
para que haya obtenido diversas nominaciones durante la presente temporada de
premios, centradas sobre todo en la figura de su protagonista principal, Colman Domingo, que es quien interpreta
a Divine G. Paul Raci encarna a Brent Buell, y se da la circunstancia de que
muchos de los actores que aparecen en el film en realidad son ex-presidiarios
interpretándose a sí mismos, caso del estupendo Clarence “Divine Eye” Maclin.
Paradójicamente, el hecho de que fueran varios los personajes
interpretados por sus propios trasuntos reales me resulta particularmente
chocante, por cuanto la falta de “realismo”, entre comillas, me chirrió durante
absolutamente todo el metraje. Que sí,
que sabemos que la acción transcurre en una prisión, eso nadie lo pone en duda,
pero ese tono tierno, pasteloso, idealizado, en el que los presidiarios son
todos (bueno, casi todos) tan buenos y tan pacíficos y su única preocupación en
la vida es sacar adelante una obra de teatro, no me pareció nada, nada
realista. Vamos, que no me la creí. Por otra parte, la realización es más bien
plana, de puro telefilm, y, claro está, la interpretación de Colman Domingo, ya
de por sí un gran actor, destaca sobremanera por encima del resto de sus
compañeros, ¡si la mayoría son aficionados…!.
Otra cosa que me chocó (para mal) fue el doblaje español, en el que
todos los personajes hablan, entonan y pronuncian como si fuesen profesores de
declamación, y no como delincuentes provenientes de los estamentos más bajos de
la sociedad.
Por lo demás, no se
le puede negar a “Las vidas de Sing Sing”
su condición de película motivadora y aleccionadora, capaz de hallar un halo de
esperanza hasta en las situaciones más duras, y de mostrar lo más hermoso de la
condición humana incluso en los hombres que anteriormente habían cometido los
actos más deplorables. ¡Viva Shakespeare
y viva el Teatro!.
Hasta aquí puedo
leer, mi querido Diario, y me despido hasta la siguiente entrada.
por
El Navegante
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