Planeta seriéfilo, Travesía 68/ "THE BOYS"
Queridos marineros, toda
gran plataforma de streaming posee su
buque insignia. Esa serie estrella que la identifica y la posiciona en el
ultracompetitivo universo del fandom. Una franquicia que atrae a masas de
seguidores y crea tendencia en las redes sociales y los medios de comunicación
actuando de imán para captar nuevos suscriptores en la cruenta streaming wars. Esa batalla interminable
en la que no se hacen prisioneros y que libran viejos estudios de cine
californianos reconvertidos en gigantes multimedia frente a algunas de las
mastodónticas big tech de la era
digital; además del pionero e inventor de esta nueva forma de consumir
audiovisual, que ha pasado de ser un servicio de alquiler de películas a través
del correo postal a convertirse en la ubicua N mayúscula que preside un sinfín
de producciones a lo largo del planeta.
Si esa función de primus inter pares la ejerce “Juego de
tronos” en HBO o “Stranger things” en Netflix, no cabe la menor duda de que en
Prime, la plataforma perteneciente a la todopoderosa Amazon, ese rol le
corresponde a “The boys”.
Basada en el cómic de
Garth Ennis, “The boys” supone una vuelta de tuerca al universo de los
superhéroes pintando un mundo de corrupción, abusos y mentiras detrás de las
capas, los trajes espectaculares y el marketing desaforado que arrastra un increíble
grupo de privilegiados que posee superpoderes. Irreverente, salvaje, la serie
no deja títere con cabeza y se caracteriza por tramas bien trabajadas y
magníficos giros de guion, destacando dos personajes: Billy carnicero,
interpretado por el impagable Karl Urban, y Antony Starr, la gran sorpresa de
la función, detrás de ese “super” narcisista y sociópata llamado “El patriota”.
Si hasta la fecha la seña
de identidad detrás de esta obra ha sido disparar sin compasión a todo lo que
se mueve, el paso de las temporadas ha ido derivando en un preocupante
posicionamiento hacia los de siempre, en un Hollywood donde el wokismo cada vez
es más insoportable. La, por otro lado magnífica cuarta temporada, ha redundado
en esa costumbre de ridiculizar y atacar a todo lo que no huela a progresismo y
sus sempiternos mantras por todos conocidos, aunque sea de manera sutil y casi
de soslayo, pero de forma cada vez más insistente.
Esperemos que la quinta y
última temporada de la excepcional “The boys” sea capaz de dar algún respiro a
todos los que no estamos dispuestos a comulgar con las ruedas de molina del
omnipresente totalitarismo guay.
El Catalejo Estrábico
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