Diario de a bordo, Travesia 117/ "PREDATOR: BADLANDS"
Querido Diario:
Este depredado Navegante debe confesar que ya
ha tenido oportunidad de pisar unas tierras muy, muy malas en la nueva entrega
de la saga “Depredador”, titulada “Predator: Badlands”.
Cuando, en 1987, los
hermanos Jim y John Thomas
escribieron el guión para el que sería su trabajo más famoso, parece que su
idea inicial era la de inventar un villano extraterrestre capaz de derrotar a
¡Sylvester Stallone!, ya que ninguno terrícola se le resistía. Sin embargo, la película la acabó protagonizándola
el otro gran forzudo del cine de acción de la época, Arnold Schwarzenegger, a
quien, en cualquier caso, le costó mucho deshacerse del enemigo venido del
espacio exterior carente de nombre y al que el público conocería simplemente
como “Depredador”. El espectacular éxito de la película dio paso
a una secuela, que, sin el “Chuache” al frente, no tuvo ni de lejos la misma
repercusión que la primera, pero sus creadores no quisieron matar la gallina de
los huevos de oro y decidieron relacionar a los cazadores espaciales con los xenomorfos de “Alien”, de modo que, bien solos o bien acompañados, hemos tenido
depredadores, más o menos esporádicamente, durante los últimos treinta y cinco
años….
El film que hoy nos
ocupa, “Predator: Badlands”, nace de la
adquisición del estudio propiedad de “Depredador”,
20th Century Fox, por parte de Disney en 2019.
Sabido es que la Compañía del Ratón no da puntada sin hilo en lo que se
refiere a sus multimillonarias inversiones, y, al igual que hizo con Star Wars,
Indiana Jones o los superhéroes de Marvel, estaba claro que pensaba
rentabilizar a fondo todas las franquicias pertenecientes hasta entonces a
Fox. “Depredador” no iba a ser una excepción, y esta “Badlands” es ya la tercera película que
se ha producido en apenas seis años, tras “Prey
(“La presa”) y “Asesino de asesinos”), todas ellas, por cierto, dirigidas por Dan Trachtenberg. Y todos sabemos lo que sucede en el momento
en que una franquicia que hasta entonces era ajena cae en las garras de la
empresa de Tío Walt: de repente todo se vuelve más infantil, más familiar, más
inclusivo, más políticamente correcto, menos único, más global. El protagonista de “Predator: Badlands” (nótese que en España no se ha traducido como “Depredador: Malas tierras”) ya no es un humano que se enfrenta a un malvado
cazador de allende los mundos, sino el propio depredador, perteneciente, como
de costumbre a la raza yautja, pero
que ahora es el bueno, tras verse obligado a exiliarse de su mundo de origen
ante la excesiva brutalidad de su padre.
Dek, que así se llama el susodicho, viaja al planeta Genna y su
propósito es capturar un espécimen especialmente violento y letal para así
poder regresar a su hogar con la vitola de gran guerrero y mejor cazador, pero
en su camino se interponen, primero, una androide (perdón, ginoide) partida por
la mitad, y, después, un “bichito” perteneciente a la misma especie que
pretendía aprehender. El extraño trío
habrá de aprender a coexistir, y claro, entre ellos surgirá algo parecido a
vínculos familiares…
A mi me ha gustado “Predator: Badlands”. Haciendo un rápido balance, diría que, de
todas las películas en las que estos personajes han aparecido hasta ahora, esta
es la tercera que más me ha convencido.
Es entretenida, tiene un ritmo muy ágil, no se anda por las ramas, la
tensión no decae en ningún momento, está muy bien hecha, la música la acompaña
fabulosamente y tanto el protagonista como su aliada robótica resultan
cautivadores. Eso sí, el “toque Disney”
está ahí y su efecto es innegable. En
todo momento tienes la sensación de que Mando y Grogu (los protagonistas de la
serie “The Mandalorian”) son la
inspiración detrás de Dek y sus camaradas; aunque sigue habiendo violencia
(¡faltaría más!), ésta es más contenida y está adaptada para todos los
públicos; el Depredador es más bueno que un pedacico de pan; su medio novia
sintética (lo de “medio” es coña) es encantadora y leal; y hasta el ya citado
“bichito”, típica criaturita disneyana que no sabes si amar u odiar, acaba
jugando un papel importante. O sea, como
entretenimiento puro y duro, “Predator:
Badlands” funciona muy bien, pero, como eslabón de una franquicia, me temo
que no va a contentar a los más fanáticos.
Por cierto, me
parece un poco injusto que en el reparto figure primero la actriz Elle Fanning sólo porque es famosilla,
que el actor que interpreta al protagonista Dek bajo mil capas de maquillaje, y
no me vale como excusa que el nombrecito del muchacho (Dimitrius
Schuster-Koloamatangi) sea poco
menos que impronunciable.
Hasta aquí puedo
leer, mi querido Diario, y me despido hasta la siguiente entrada.
por
El Navegante

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