Diario de a bordo, Travesía 113/ "TRON: ARES"
Querido Diario:
Este pixelado Navegante debe confesar que ya se
ha sumergido en el universo cibernético para ver la nueva continuación de la
antaño revolucionaria “Tron”…
En 1982, el mismo
año en que el gran Steven Spielberg presentaba al mundo a su carismático
“E.T.”, un joven realizador que tal vez trataba de imitarle (o, al menos, lo
parecía, a juzgar por su nombre: Steven Lisberger) nos invitaba a introducirnos
dentro de un videojuego, uno de aquellos “primitivos” videojuegos ochenteros,
para contarnos la historia de Kevin Flynn (Jeff Bridges) un programador que
acababa prisionero dentro de su propia creación. La película constituyó toda una revolución,
no por su trama o sus interpretaciones, sino por su estética y sus efectos
visuales, precursores de lo que hoy conocemos como CGI (imágenes generadas por
ordenador). Casi 30 años después, en
2010, se estrenaba una tardía secuela, “Tron:
Legacy”, en la que un ya sexagenario Jeff Bridges retomaba su papel, y
ahora acaba de llegar a los cines la tercera parte, titulada “Tron: Ares”.
El Ares del título
es un programa de control que, en lugar de esperar intrusiones humanas dentro
de su ciberespacio, tiene la capacidad de invertir lo sucedido en las dos
primeras entregas de la saga, de modo que es capaz de saltar al mundo real e
interrelacionarse con las personas. Ello
implica que, de alguna manera, puede asimismo desarrollar algo parecido a
sentimientos, pudiendo negarse a cumplir la programación injusta que le ha sido
impuesta...
En estos tiempos
locos en los que, a pesar de la abundante literatura y cinematografía que tanto
nos había advertido acerca de los peligros de ceder el control de nuestras
vidas a las máquinas, la IA (Inteligencia Artificial) nos va ganando terreno
día a día, no era de extrañar que una franquicia como la de “Tron” retornase a las carteleras. Claro que, si le quitamos la capacidad de
sorpresa de la primera parte de la trilogía, nos encontramos con una
peliculilla poco menos que del montón. O
sea, como dije al principio, el aliciente de la “Tron” original era que, hasta ese momento, nunca se había visto esa
clase de efectos especiales computerizados, algo que, por otra parte, conseguía
que no nos diéramos cuenta de lo aburrida y poco menos que ridícula que era la
historia en sí. Pero casi cuarenta años
después, estamos más que acostumbrados a ver este tipo de imágenes creadas por
ordenador, y, aunque, si por algo destaca esta “Tron: Ares” es por su estética y puesta en escena, ya no ostenta el
beneficio de lo innovador o revolucionario.
O sea, sí, está muy bien hecha, nadie lo pone en duda, pero nada de lo
que muestra nos coge de sorpresa ni nos resulta tan fascinante como sucediera
con su predecesora de 1982. Por otra
parte, hay que agradecerle al nuevo director, el noruego Joachim Rönning, conocido por “Piratas
del caribe: La venganza de Salazar” o “Maléfica”,
su falta de pretensiones ético-filosóficas y que vaya directamente al grano,
con el objetivo de entretener sin más.
De esta manera, he de decir que “Tron:
Ares” es mi favorita de las tres películas que conforman la trilogía, o al
menos es la que me ha parecido menos pedante y soporífera. Incluso el protagonista Jared Leto a ratos está bien, que ya es mucho decir, y me parece
injusto que la película, que hay que tomársela como un simple e inofensivo
entretenimiento de usar y tirar, haya constituído un fiasco de tal calibre que
parece que la saga no va a tener una edición 4.0.
Hasta aquí puedo
leer, mi querido Diario, y me despido hasta la siguiente entrada.
por
El Navegante
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