Diario de a bordo, Travesia 109/ "EL CAUTIVO"
Querido Diario:
Este cautivado Navegante debe confesar que ya
ha podido ver en pantalla grande la película de la que todo el mundo habla, y
la gran mayoría sin haberla visto: “El
cautivo”, de Alejandro Amenábar.
En el año 1605, el
insigne escritor español Miguel de Cervantes Saavedra publicó la que sería no
sólo su novela más popular, sino también una de las más importantes,
influyentes y trascendentales de la lengua castellana: “El ingenioso hidalgo don Quijote
de la Mancha”. Pero 30 años antes, en
1575, cuando apenas era un joven soldado llamado Miguel de Cervantes Cortinas, que
regresaba de su participación en la batalla de Lepanto, fue apresado por
corsarios argelinos que, junto a otros muchos cristianos, le tuvieron retenido
en Argel durante cinco largos años, hasta que los monjes trinitarios lograron
reunir el importe fijado para su rescate.
La película “El cautivo”, que acaba de estrenar Alejandro Amenábar con guión y
dirección de su propia autoría, transcurre durante ese lustro que Cervantes
pasó en Argel, en el que entabló amistad con muchos otros cautivos españoles,
algunos fieles al cristianismo pero otros conversos al Islam, pero se centra especialmente
en la ambigua (bueno, no tan ambigua, según el film) relación que mantuvo con
Hasán Bajá, el entonces monarca argelino.
Esto es lo que la mayoría de medios de comunicación están resaltando
como si fuese lo único destacable de esta película: ¿somos capaces de aceptar
la idea de que Cervantes, el muy prestigioso autor de “El Quijote”, pudiera haber sido gay?.
Confieso que, cuando
vi la nefasta e infame “Regresión”
hace ahora 10 años, pensé que la carrera de Alejandro Amenábar había llegado a
su fin. Sin embargo, en 2019 estrenó la
muy estimable “Mientras dure la guerra”
y ahora vuelve por todo lo alto con “El
cautivo”, que empiezo por decir que me ha cautivado, o sea, que me ha encantado. Tal como está narrada, esta excelente
película me parece una obra de arte preciosa, exquisitamente fotografiada y
mejor ambientada, que, bueno, en algunos momentos abusa del CGI como hace la
mayoría de películas actuales, pero, por lo demás, está realizada con una
sensibilidad y un conocimiento cinematográfico más que notables. Los encuadres, los juegos de luces y sombras,
los diálogos y la dirección de actores son simplemente espléndidos. A Cervantes le da vida un chaval de 25 años
que se hace llamar Julio Peña Fernández,
al que yo le sugeriría desde ya que sólo utilizase el primer apellido como
hacemos todos, que no es Fernando Fernán Gómez ni tampoco un árbitro de
fútbol. Bromas aparte, me descubro ante
Amenábar y su directora de casting por haber confiado en este muchacho, que me
parece estupendo y absolutamente carismático como actor. El papel del Bajá lo interpreta el italiano Alessandro Borghi, que es clavado a
Tino Casal y en todo momento parece que va a ponerse a cantar “Eloise”, “Champú de huevo” o “Embrujada”,
y debe ser por eso por lo que le propone a Cervantes que, si le cuenta cada día
una historia que le embruje, le dejará salir un ratito por las atestadas
callejuelas de Argel, en la mejor tradición de “Las mil y una noches”. Lo de la homosexualidad de estos dos
personajes a mi no me resultó molesto ni ofensivo, partiendo de la base de que,
si Cervantes en realidad no fue gay, ésto hay que tomárselo como una “licencia
creativa” del autor, y, si en realidad sí lo fue, la anécdota está narrada con
sensibilidad y buen gusto. Películas con
temática gay las hay buenas y malas, muy buenas como “Muerte en Venecia”, “Brokeback
Mountain” o la reciente “Emilia Pérez”, y muy malas como “Querelle” de Fassbinder o “Los amantes pasajeros” de Almodóvar, y
yo, sin dudarlo ni un momento, encuadro a “El
cautivo” en el ámbito de las buenas.
No puedo entender
algunas críticas durísimas que está recibiendo “El cautivo” que la tachan de “plana”, “aburrida” o directamente
“falsaria”. Como creo que todos sabéis,
yo no soy precisamente un defensor de la cultura “woke”, pero es que, para mi, lo “woke” es priorizar el mensaje
(inclusivo, feminista etc.) por encima de la calidad real y los valores
cinematográficos de la película, y creedme que, en este caso, eso no ocurre en
absoluto.
Hasta aquí puedo
leer, mi querido Diario, y me despido hasta la siguiente entrada.
por
El Navegante
Comentarios
Publicar un comentario