Diario de a bordo, Travesía 67/ "NO HABLES CON EXTRAÑOS"

 




Querido Diario:

 

Este extrañado Navegante debe confesar que ya tenido la ocasión de pasar un buen/mal rato en el cine contemplando la enésima demostración de que no es conveniente fiarse de buenas a primeras de cualquier desconocido…

 

Un matrimonio norteamericano que reside, a su pesar, en Inglaterra, se va unos días de vacaciones a Italia.  Durante su periplo italiano entabla amistad con una familia inglesa que, al volver todos a sus vidas cotidianas, les invitan a pasar un fin de semana a su casa de campo a pocos kilómetros de Londres.  No tardarán mucho en darse cuenta de que sus nuevos amigos no son exactamente como se los habían imaginado…  “No hables con extraños”, la película que nos ocupa en el día de hoy, es el remake norteamericano de “Gaesterne” (más conocido por su título inglés “Speak No Evil”), un film danés de hace apenas dos años.  Bien conocida es la voracidad del cine de Hollywood por fagocitar cuantas producciones extranjeras puedan servirles para desarrollar sus versiones alternativas, que, como es sabido, tendrán más recorrido y resultarán más comerciales que las originales simplemente porque son norteamericanas y cuentan con más medios y actores más populares.  El principal reclamo de “No hables con extraños” es James McAvoy, que ya tiene 45 años y al que conocemos por haber interpretado la versión joven del Profesor Xavier de los X-Men y, sobre todo, por su extraordinaria composición en “Múltiple”, en la que interpretaba a la perfección a las 23 personalidades de un enfermo mental.  Precisamente de este último papel parece haber tomado McAvoy algunos rasgos de su inquietante “Paddy” de “No hables con extraños”, que en el transcurso del metraje va dejando poco a poco de ser ese colega campechano y extrovertido que cautiva a los teóricos protagonistas, y digo teóricos porque la interpretación de McAvoy es, sin duda, lo mejor de la cinta.

 

Puede que “No hables con extraños” no sea exactamente original en su planteamiento, pero me sorprendió por lo bien llevada que está, en gran parte debido al buen hacer de los otros intérpretes, entre los que cabe destacar a Mackenzie Davies y Scott McNairy.  En cualquier caso, una película como ésta debe hacernos reflexionar porque no sólo se trata de criminalizar los comportamientos psicopáticos de los villanos, sino de alertarnos ante los peligros de ser demasiado políticamente correctos, de pecar de excesivamente comprensivos para no decepcionar a los demás, de no saber decir “no” a tiempo.  Enseñanza ésta que no debería caer en saco roto en estos tiempos de creciente wokismo que estamos padeciendo.

 

Hasta aquí puedo leer, mi querido Diario, y me despido hasta la siguiente entrada.

por

El Navegante


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