Un ático en Babel, Especial Oscars: "UNA BARBIE WOKE"

 


No hace falta ser un avezado observador para convenir que Hollywood se ha convertido en uno de los mayores propagandistas de la dictadura woke. Sólo desde ese razonamiento se entiende la elevación a los altares de una estafa como “Todo a la vez en todas partes”, de cuya incontestable victoria en los Oscars de 2023 se cumple precisamente un año. Mientras el insoportable metraje de la que para mí es la mayor tomadura de pelo desde “El proyecto de la bruja de Blair” todavía reverbera en mi sufrido cerebro, me veo en la obligación de comentar “Barbie”, otro tocomocho fílmico a mayor gloria de la imperante corrección política disfrazado de presunta sátira ácida donde aún sigo buscando las risas que algunos me prometieron que contenía.     

Que el totalitarismo de buen rollo actual no ha encontrado todavía su Leni Riefenstahl parece una evidencia. Sin embargo, sí que ha dado con los prodigiosos alquimistas capaces de vender al público plomo consiguiendo que el ingenuo espectador piense que es oro. Lo más destacado de “Barbie”, más allá de, reconozcámoslo, una pareja de actores protagonistas (Margot Robbie y Ryan Gosling) en muy buena forma interpretativa, es su magnífica campaña promocional. Barbenheimer, el fenómeno de internet de corte cómico que comenzó a circular antes del estreno simultáneo en cines de dos películas diametralmente opuestas en género y que promovía como el acontecimiento del año el visionado en sesión doble de “Oppenheimer” de Christopher Nolan y la citada “Barbie” de Greta Gerwig, supuso un enorme espaldarazo a la taquilla de ambas. Si este brillante golpe de efecto del equipo de marketing (con posterioridad tratado de imitar por otras superproducciones sin la mínima repercusión en la venta de entradas) fue un acierto sin discusión, qué decir de la genial idea de que los espectadores fuesen vestidos de rosa al estreno de la película. Durante unas semanas no eras nadie si no habías subido a las redes tu preceptiva foto de rosa con el cartel de “Barbie” detrás, lo que, además, generó la atracción a las salas de buena parte del público joven y adolescente. Una nueva jugada maestra para una sociedad que vive entre el postureo y la insustancialidad.      

Más allá del enorme pelotazo de Warner, 1.500 millones de taquilla mundial para una producción cuyo presupuesto no había llegado a los 150 millones, el resto de alabanzas que envuelven el largometraje de Greta Gerwig me dejan tan estupefacto como el personaje perpetrado por Will Ferrell, digno de una nominación a los Razzies como peor actor de reparto.  

por

El Grumete

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