Un ático en Babel, Travesía 47/ "Rusia maldita"
Queridos marineros, en la
vida puede haber rachas negativas, episodios de auténtica mala suerte, momentos
en los que puede parecer que te ha mirado un tuerto, se te ha cruzado un gato
negro o vives a perpetuidad en martes y trece. Resumiendo, coyunturas en las
que acabas siendo consciente de que te has convertido en un cenizo con
denominación de origen. Sin embargo, todo ello palidece ante la indescifrable y
paranormal situación que se detecta en la Rusia de Putin, cuya curiosa
casuística se podría catalogar como décimo Dan dentro del mal fario y bien
merece un estudio científico serio, concienzudo y pormenorizado.
El auténtico epicentro de
esta inexplicable maldición que deja en mantillas a la leyenda urbana de
Verónica asemeja tener relación con la persona del presidente de la Federación
Rusa, Vladimir Putin, que vendría a actuar de catalizador de la mala suerte en
todo aquel que interacciona con él. Como si fuese una suerte de vórtice
involuntario de negatividad e infortunio.
El último caso de
absoluta fatalidad lo ha sufrido el otrora político opositor Alexei Navalni,
quien sufría un inoportuno infarto tras un inocente paseo por el Ártico ruso
mientras disfrutaba de unas vacaciones en un idílico resort de lujo ubicado en
esas latitudes. Este hecho se une al acaecido unos días antes, cuando se
confirmaba que Boris Nadezhdin, casualmente el único candidato a las
presidenciales rusas contrario a la guerra de Ucrania, era apartado de la
carrera presidencial por irregularidades en la tramitación de las firmas
necesarias para presentarse a este proceso.
Como digo, el misterio
que rodea a la Rusia de Putin es muy difícil de discernir. Oligarcas que de
forma repentina caen en una profunda depresión que les lleva a arrojarse por la
ventana, ex espías que confunden el polonio con la ginebra a la hora de
preparar un gin tonic, aviones que habían
pasado todos los controles de idoneidad y que explotan en pleno vuelo. Todos
estos desgraciados sucesos se escapan a la comprensión humana y, tal vez, sería
necesario que algún afamado putinólogo como el President Carles Puigdemont
aportase algo de luz en medio de tantas tinieblas.
por
El Grumete
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